"La realidad es superior a la idea."
Si hay una palabra que sintetice lo que ha supuesto para la Iglesia la llegada del Papa Francisco, esta es "bendición". A nadie mejor ha podido suscitar el Espíritu Santo, iluminando a los cardenales electores del pasado cónclave. Lo que ocurre es que, para apreciar bien esto, no basta con una lectura aislada o un visionado esporádico de las noticias de recorte que los informativos nos dosifican sobre Francisco. Además de un espíritu abierto y una mirada de "vista de pájaro" sobre los signos de nuestro tiempo, es necesario llevar un cercano seguimiento de las labores de este Papa.
Precisamente ahora, cuando algunos sectores católicos y no católicos han venido a cuestionar la conveniencia de la "improvisación" del pontífice en muchos de sus coloquios, charlas y sermones, vengo yo a poner los puntos sobre las íes en este asunto (por supuesto, es una opinión personal no infalible).
El Papa sobre la libertad de expresión.
Las declaraciones del Papa sobre este asunto, con motivo de los lamentables atentados relacionados con la revista francesa "Charlie Hebdo", han motivado que se afilen bien las plumas y muchos hayan escrito sobre esto. En este coloquio distendido atendiendo a unos periodistas en el reciente viaje a Filipinas, como ha hecho muchas otras veces, el Papa, según algunos, precipitó unas palabras cuando menos inconvenientes, pero hay quienes se han atrevido estúpidamente a hablar de... ¡apología del terrorismo!
Y digo yo... ¿Es que estamos tontos? O cuando menos sordos, porque creo que el contexto en el que Francisco habló de un "puñetazo", justificaba perfectamente el empleo de esas palabras. Escuchemos bien lo que dijo y prestemos atención a sus palabras:
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Lo primero sobre lo que quiero llamar la atención es sobre el tono empleado, el énfasis y entonación usado con la intención de que entremos en el contexto de lo que Francisco quiere significar. Y lógicamente las palabras empleadas que reproduzco literalmente:
"Creo que los dos son derechos humanos fundamentales, tanto la libertad religiosa, como la libertad de expresión. Pero... ¿Usted es francés? Vayamos a París, hablemos claro. No se puede esconder la verdad: cada uno tiene el derecho de practicar su propia religión sin ofender, libremente. Y así hacemos y queremos hacer todos.
Segundo, no se puede ofender, o hacer la guerra, matar en nombre de la propia religión, es decir, en nombre de Dios. A nosotros lo que pasa ahora, nos asombra. Pero pensemos en nuestra historia: ¿cuántas guerras de religión tuvimos? Piense en la Noche de San Bartolomé. ¿Cómo se entiende esto? También nosotros fuimos pecadores en esto, pero no se puede matar en nombre de Dios, es una aberración. Matar en nombre de Dios es una aberración. Esto es lo principal de la libertad de religión: se debe hacer con libertad, sin ofender, pero sin imponer y sin matar.
La libertad de expresión: cada uno no sólo tiene la libertad, sino que tiene el derecho y la obligación de decir lo que piensa para ayudar al bien común. Si un diputado o un senador no dice lo que piensa que es el verdadero camino, no colabora al bien común. Y no sólo estos, sino tantos otros.
Tenemos la obligación de decir abiertamente, tener esta libertad, pero sin ofender. Porque, es verdad que no se puede reaccionar violentamente. Pero si el doctor Gasbarri, gran amigo, dice una mala palabra en contra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo. ¡Es normal! No se puede provocar, no se puede insultar la fe de los demás. No se le puede tomar el pelo a la fe. No se puede.
Benedicto XVI en un discurso, no me acuerdo cuál, había hablado de esta mentalidad post positivista, de la metafísica post positivista, que llevaba a creer que las religiones o las expresiones religiosas son una suerte de subculturas, que son toleradas, pero que son poca cosa, no son parte de la cultura ilustrada. Y esta es un herencia de la Ilustración, eh.
Hay mucha gente que habla mal de otras religiones o de las religiones, les toma el pelo, digamos que juguetea con las religiones de los otros. Y estos provocan y puede pasar lo que le podría pasar al doctor Gasbarri si dice algo en contra de mi mamá, ¿no? Es decir, ¡hay un límite!
Cada religión tiene dignidad, cualquier religión que respeta la vida, la persona humana. Y yo no puedo tomarle el pelo. Y esto es un límite. Tomé este ejemplo de límite, para decir que en esto de la libertad de expresión hay límites, como el de mi mamá. No sé si logré responder la pregunta."
¿Acaso esto no es así? Entendamos que el Papa lo que hace es poner los pies en el suelo, es decir, ir al mundo real, no a la bóveda celeste de los santos; y en el mundo real, ante una provocación como la que pone de ejemplo, la reacción más lógica y probable es la respuesta violenta. El grado de violencia dependerá de muchos factores, especialmente del "soporte psíquico y espiritual" del provocado, pero esperar la respuesta "santa" del que pone la otra mejilla, no es algo real; esto no resta fuerza al deseable esfuerzo personal que deberíamos todos hacer para apaciguar la ira que surge normalmente ante la provocación.
En los días que suguieron a los atentados de París, muchos han manifestado inequívocamente su rechazo a estos asesinatos, los cuales que el propio Papa califica como "aberración", pero también hay quien ha señalado, no sin razón, que la mal entendida "libertad de expresión" había traspasado sus límites éticos en las publicaciones de Charlie Hebdo, al ofender y ridiculizar al extremo la religión musulmana (como ha hecho esta publicación hasta la saciedad con la religión cristiana).
Tanto es así, que las nuevas publicaciones de la revista tras los atentados, volviendo a cariturizar a Mahoma, han provocado en Níger una nueva escalada de violencia donde para colmo la han pagado con la comunidad cristiana, quemando varias Iglesias y matando a algunos de sus ocupantes. Pero eso sí, el presidente francés sale al paso diciendo que muchos pueblos no conocen el valor de la intocable e universal libertad de expresión.
¿Y qué ha querido expresar el Papa con su ejemplo del insulto a la madre? Pues simplemente lo que dicta el sentido común: la provocación no es gratuita, y el respeto a los demás pone límites a la libertad de expresión.
¿Es esto apología del terrorismo? O, sin llegar tan lejos: ¿de verdad es imprudente la manifestación del Papa a este respecto? ¿No es más imprudente empecinarse en dejar rienda suelta a esta libertad de expresión y permitir que se siga ridiculizando y ofendiendo la fe de tantas personas, a la espera de una venganza segura?
Para hacernos entrar en esta necesaria reflexión, el pontífice se ha valido de la frescura del dialogo cercano, espontáneo, algo que añade un valor muy apreciado por quienes lo escuchamos, pues sus palabras no se rigen por la medida del discurso exquisitamente preparado y encorsetado en formulismos que nunca podría ser igual de cálido.
Discurso del Papa en la Universidad de Manila
En esta ocasión el Papa, que también llevaba preparado su discurso, lo dejó aparcado y se dedicó a contestar en clave humana y teológica a las inquietudes que presentaron 4 jóvenes. La intervención completa del Papa la puedes leer aquí, aunque os dejo abajo el video. Es una auténtica maravilla cómo el Papa da sus respuestas a estos jóvenes, incluso lo intenta con la única pregunta "que no tiene respuesta", una pregunta que presentó una chica, Gyzelle, con el rostro cubierto de lágrimas: "¿por qué sufren los niños?"
Lo mejor llega al final, cuando el propio Francisco admite que se ha apartado completamente del protocolo:
"Esto es lo que hoy quisiera decirles a ustedes. Perdónenme porque no leí casi nada de lo que tenía preparado, pero hay una frase que me consuela un poquito: “La realidad es superior a la idea” y la realidad que ellos plantearon, la realidad de ustedes, es superior a todas las ideas que yo había preparado. Gracias, muchas gracias y recen por mí."
Sobre la paternidad responsable.
Ha sido la última "sorpresa" del Papa. De nuevo en la distensión de un vuelo, le toca dar una "pista" sobre su posición respecto al asunto de la natalidad y la paternidad responsable. Volvemos a pisar la realidad y a ir directo al grano, algo estrictamente necesario en la Iglesia de hoy:
"Para ser un buen católico no hace falta ser como los conejos ¿no?"
Me quito el sombrero por muchos motivos, sobre todo, por poner el énfasis en la clave de los asuntos, abriendo una perspectiva a la que algunas veces no llegamos por estar encasillados en ideas rígidas. Hay quienes atisban por ejemplo la posibilidad de que, en determinadas circunstancias, se "dispense" el uso de algunos métodos anticonceptivos no abortivos como medio de planificar los embarazos ejerciendo esa paternidad responsable (el llamado "método natural" falla en muchas ocasiones, incluso en matrimonios experimentados). De nuevo, la realidad es superior a la idea. En fin, Dios dirá...