Me gusta todo del papa Francisco. Hasta ahora soy de los que siguen bendiciendo el día en que fue elegido sumo pontífice, y me mantengo esperanzado en el cumplimiento al menos de parte de las expectativas que su talante ha despertado en todo el mundo.Y no es sólo cuestión de talante, sino de acción y programa.
Hace unos días se reunió con el presidente Obama y antes de que trascendieran detalles del encuentro, yo intuía que la reunión no habia sido un mero encuentro diplomático con intercambio de regalos y palmadita en la espalda, aunque el protocolo siempre está presente en estos eventos. Tras los saludos iniciales, la entrevista fue privada, pero como mínimo, Francisco habrá repasado con el presidente americano los puntos más álgidos de la realidad económica y social que nos rodea, y que como bien se exponen en su excelente exhortación apostólica "Evangelii Gaudium", señalan de forma directa a los dirigentes políticos mundiales. De hecho, uno de los regalos que ha hecho el Papa a Obama ha sido precisamente un ejemplar de este libro.
No digo que el ambiente haya debido ser necesariamente tenso, pero intuyo que el Papa habrá sido directo al tratar cuestiones delicadas y urgentes, fundamentalmente el desigual reparto de riqueza y el pisoteo de la dignidad humana en tantos y tantos sectores sociales de nuestro mundo. Las declaraciones de Obama respecto al Papa, horas antes, no dejaban lugar a dudas, haciendo evidente al liderazgo mundial de Francisco, cuya autoridad moral sigue incrementándose: "El Papa nos pone ante los ojos el peligro de acostumbrarnos a la desigualdad. Y su autoridad moral hace que sus palabras cuenten. Con una sola frase, él puede focalizar la atención del planeta”.“Ha inspirado a la gente de todo el mundo y también a mí con su esfuerzo por la justicia social y su mensaje de amor y compasión, especialmente por las personas que, entre nosotros, son las más pobres y vulnerables (…). Su testimonio, el hecho de ir siempre en busca de los últimos, de aquellos que viven en las condiciones más difíciles, tiene también el valor de una llamada de atención: nos recuerda que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad individual de vivir de un modo recto, virtuoso (…). No se trata de solo un problema económico: en el fondo es una cuestión ética. Yo creo que, al referirse a ello continuamente, el Papa nos pone ante los ojos el peligro de acostumbrarnos a la desigualdad. De acostumbrarnos a este tipo de desigualdad extrema hasta el punto de aceptarla como normal”.
¿Qué pasará después? Bueno, no tengo tan claro que Obama vaya a leer "La alegría del evangelio" (se puede descargar en este enlace), pero tampoco creo que olvide fácilmente las interpelaciones de Francisco. Por el modo en que está redactada la exhortación, y con la claridad de argumentos empleados, casi podemos intuir la forma en que ha podido transcurrir el encuentro, pues no veo a nuestro Papa desperdiciando una oportunidad como ésta para poner las cartas sobre la mesa. Y por cierto, todos deberíamos leer esta llamada a "ponernos las pilas", rigurosa, directa, y donde muy explícitamente el Papa aventura los próximos caminos por donde debería dirigirse la Iglesia.
De modo que sí, me gusta este Papa. La sencillez y cercanía no le resta fuerza en la convicción y las palabras empleadas. El tono no quita hierro al argumento, más bien, podemos decir que su mirada y expresión puede llegar aún más lejos al ir arropada por la franqueza y humildad empleados. Es así como un padre que todo lo sabe y ante el cual se presenta el niño con sus debilidades: ¿cómo podría este chaval travieso eludirlo, manipularlo, esquivar sus regañinas, si se sabe pillado por todos lados? Y al mismo tiempo ¿podrá alguien escudarse en sus malas formas, en su poca autocrítica o en que este Papa no haya intentado al menos barrer las miserias de su casa?
Siendo este su proceder, creo que es mucho lo que Francisco tiene ganado. Y no sólo hablo respecto a lo que pueda influir o no en la clase política (que seguramente escurrirá el bulto pero al menos se verá comprometida por la autoridad moral evidente del Papa); también hablo de lo que tenga que decirnos a los que nos consideramos fieles a la Iglesia católica pero que no analizamos nuestras flaquezas como deberíamos; y por supuesto, también de lo que deba escuchar el resto del clero, interpelado con toda justicia sin que tampoco haya que caer en tópicos tremendistas.
Y todo esto, aunque se le haya tildado de "poco teólogo", acompañado de unas llamadas continuadas a los fieles católicos invitándonos a un cuidado precioso de nuestra relación personal con Dios. Recordemos la jornada por la vida, o la convocatoria mundial de oración para detener lo que parecía la inminente invasión de Siria.
Ahora, de cara a Semana Santa, el Papa nos ha llamado a todos a dedicar 24 horas al Señor de forma especial en todas las ciudades del mundo, como una forma de preparación a la Pascua, y sobre todo de concienciación de que el Señor está presente en todos los sagrarios del mundo.
Así, en las principales ciudades, se ha cuidado especialmente de que un templo esté abierto las 24 horas y de que haya sacerdotes confesando continuamente, tal y como podemos ver en las imágenes, correspondientes éstas a la Catedral de Granada.
De modo que larga vida al Papa, y a nosotros que nos cunda el ejemplo. Os dejo un resúmen de algunos momentos entrañables de su primer año de pontificado.