Los mejores detalles sobre su vida los he encontrado en los prólogos que contienen el mismo libro mencionado. Algunos de ellos hacen referencia a una biografía escrita por una tal Madame Bouchard, y podemos destacar lo siguente:
Infancia y niñez
Gabriela Bossis nació en Fresne, Francia, el 26 de febrero de 1874. La mayor parte de su vida la pasó en las regiones de Fresne sur Loire y Maine et Loire, su tierra
natal.
Hija de padres católicos, fue la menor de una familia de cuatro hijos, y podemos decir que fue una niña tímida y sensible, con tendencia a evitar las reuniones familiares y los tumultos.
Estudió en el colegio de las Damas Negras, congregación de "Las Fieles Compañeras de Jesús", y entre estas religiosas hubo especialmente una, Johanna Lhermitte, paralizada de las dos piernas,
que ejerció una influencia muy benéfica sobre Gabriela.
No sabemos en qué momento Gabriele descubrió ese don extraordinario que consistió en escuchar, como una locución normal, la voz de Jesús; de hecho, en su vida adulta Él mismo le recordó esa intimidad que ya desde niña comenzó a tener con Dios, tal y como está escrito en sus apuntes con estas conversaciones:
"¿Te acuerdas cuando eras pequeña y me buscabas? Te escondías dentro de un tapiz enrollado
que se encontraba en el cuarto detrás de la cocina de tu abuela. Si alguien preguntaba, ¿donde
está Gabriela?, tú pensabas: estoy con el Buen Dios."
Con el tiempo, esa timidez se fue transformando simplemente en una vida discreta, y como parte de su educación en el seno de una familia acomodada, pronto aprendió a hacer labores de bordado, y destacó en distintas actividades artísticas: pintaba, esculpía, tocaba música y cantaba.
Su inquietud la llevó a obtener el diploma de enfermera y prestó servicios en la Misión de Camerún que le valieron una
condecoración de la que nunca hablaba. Sin embargo, sus años de juventud fueron pasando sin apenas intuir que en la madurez de la vida iba a salir a relucir un aspecto fascinante de una personalidad inquieta que se deleitaba en la belleza: Gabriela comenzó a escribir y representar comedias, pues poseía dotes extraordinarias de actriz, lo que le llevó a representar sus obras por varios países.
Según se describe en las biografías, su sentido para la escena era increíble,
y sus movimientos muy graciosos. A la vez reservada y sorprendente, se transformaba bajo trajes cómicos o patéticos, según lo requerían los diferentes papeles que
representaba.
Llegó a ser una persona comunicativa a quien agradaban las reuniones sociales que antes le
habían asustado tanto.
A nivel personal, sabía apreciar la belleza de las cosas naturales; personalmente se ocupaba
del arreglo de su jardín. Su casa estaba siempre abierta a familiares y amigos a quienes colmaba de
atenciones.
Físicamente, aunque no se podría decir que fuera una belleza clásica, era atractiva, alta, de
cabellera rubia dorada. Sumamente activa, su paso era flexible y seguro. Su principal encanto
residía en su sonrisa.
Su vida ordinaria
Se desprende de la lectura de Él y yo que sus rentas procedían de la gestión de algunos inmuebles heredados, y aunque nunca transcendieron los motivos, al parecer no llegó a pensar en el matrimonio.
Su vida se descubre, a través del diario, inmersa en sus viajes en diversos periodos, alternando con etapas de estancia más pausada en distintas ciudades del sur de Francia. Estos viajes eran motivados la mayoría de las veces por la demanda de representación de sus obras, aunque también desarrolló en otros periodos una vida muy metropolitana y parecida a la de un ciudadano cualquiera en nuestros días. A lo largo del diario, la encontraremos viajando en tren, dando un paseo por París, o atendiendo a sus asuntos en una oficina burocrática.
Ahora bien, dentro de esta vida ordinaria, ella conservaba ese don de escuchar de forma sensible la voz de Jesús (aunque nunca tuvo visiones ni éxtasis), y fue poniendo por escrito muchas de esas conversaciones de forma que muchos de esos Diálogos extraordinarios quedarían disponibles para todos nosotros (para leerlos, visitar página https://gbossis.blogspot.com.es/).
Detalles de su biografía
Entre los 20 y los 24 años, de acuerdo con la Biografía de Mme. Bouchaud, Gabriela pasó por
grandes pruebas interiores, pues algunos religiosos la animaban a inclinarse por la vida contemplativa aunque no era esa la vocación que ella sentía: "Me creían ligera en mi juventud, pero fue entonces cuando
experimenté las más profundas penas del alma". Parece como si esos años hubieran sido la preparación para su misión futura, pues ella en una ocasión
había escrito: "¿Qué son los siervos de Dios sino especie de juglares que guían los corazones al
Señor?"
La perseverancia hizo que finalmente encontrase su verdadero sentido a la vocación de apostolado, pero en la forma que mejor se ajustaba a su personalidad soñadora y artista (Dios sabe hacer las cosas; da vocaciones específicas pero respetándonos en todo, especialmente en los aspectos más íntimamente personales). Así, la inspiración le llegó de la mano del padre Olive, su director espiritual y párroco de Fresne, quien la lanzó a la acción: Un día le
pidió que le escribiera una comedia para los jóvenes. Era el año de 1923; ella tendría cuarenta y
nueve años cuando compuso y representó su primera obra: "El Encanto".
Esta comedia recorrería
varias otras parroquias de la localidad. Muchas otras le seguirían, todas ellas de buen gusto y
moral perfecta. Un público cada vez más numeroso acogía estas representaciones con entusiasmo
creciente; tanto es así que Gabriela fue invitada a representar a lugares tan distantes como el
norte de África, Karacha, Túnez, Cartago, Argelia, Oasis de Golea, y también algunas ciudades de
Italia, Canadá, etc. Todo ello en respuesta a lo que Dios le pedía, pero disfrutando de lo que más llenaba su anhelo y fascinación, y es que, ya se sabe, Dios guarda a cada cual un camino específico para poder servirle en la mayor rectitud y al mismo tiempo con el mayor gozo posible. Se conocen sus recorridos, que fueron muchos y notables si tenemos en cuenta la época, sólo por
la mención que hace Gabriela de los lugares en los que recibe "palabras interiores".
Su experiencia espiritual proseguía durante todos estos años. El mundo no era un obstáculo. Ella
escribiría sobre esa perfecta comunicación con Dios.
En una ocasión había escuchado estas palabras: "Tus viajes irán trazando el camino del pequeño
libro".
Gabriela comenzó a escribir sus Diálogos en el año de 1936, a bordo del barco Ille de France que la
llevaba a Canadá, en obediencia al Señor.
Sus éxitos como escritora y actriz fueron tan grandes que hubo un momento en el que pensó
hacer también cine; a pesar de eso, su humildad era muy grande: "Si un día hay algo de bueno en mí, Señor, haz que no
lo sepa". Nada impediría la escucha de esa Voz Divina que le hablaba en lo más profundo de su
alma pidiéndole que transcribiera sus palabras.
Ni que decir tiene que los escritos fueron sometidos a todo tipo de estudios. Para ir al grano y no aburrir demasiado, diremos como conclusión dos cosas que son clave: en primer lugar, nada de lo que se dice en los escritos contradice las verdades de fe de la doctrina católica; en segundo lugar, muchas de las conversaciones contienen afirmaciones doctrinales ciertamente elevadas, y son tan variadas, numerosas y oportunas que, simplemente, es imposible atribuirlas a la invención de una persona como Gabriela. Es más, para despejar cualquier duda, no hay como leer el libro y sacar las oportunas conclusiones.
Últimos años
En sus últimos años Gabriela conoció la soledad por una especial solicitud que le hizo Cristo, como
preparación para su muerte (ya había experimentado algo similar en su
infancia, pues perdió muy pronto a sus padres y a su hermana mayor). Así, cuando murió su fiel
sirvienta María, Jesús le pidió que no la reemplazara por nadie. Esto no impediría que Gabriela
siguiera gozando de una alegria y una paz interior muy grandes. Sin embargo, nunca le faltaron
sabios y prudentes sacerdotes que la estimularan y dirigieran su vida espiritual, velando por ella
desde su primera juventud hasta su muerte. Esto lo anotaría ella en sus Cuadernos de 1948, recién
muerto uno de ellos. En cierto lugar de sus Diálogos escribe las siguientes palabras que escuchó de
Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección."
Desde 1939 su vida interior se va perfeccionando por las Horas Santas que Cristo le pide. Sus
palabras propias son cada vez más escasas y son las de Jesús las que tienen toda la relevancia
hasta su muerte.
En el año de 1949 tiene que someterse a una operación quirúrgica. Un ganglio infectado en el pecho
la obliga a entrar al hospital. Ella pensó entonces que muy bien podría estar próximo su fin, pero
no fue así. Logró recuperarse y, según la opinión de los médicos, no perdió el buen humor y alegría
que le eran propios. Parece que fue entonces cuando empezó a perder la vista, pero sin que
disminuyera ese entusiasmo propio de un temperamento jovial como el suyo. Un año después
volvió a enfermar de pleuresía que le impedía respirar. Esta asfixia llegó a quitársele. No obstante, sus palabras, pronunciadas en voz muy baja, fueron siempre reconfortantes para los amigos que
de muchas partes venían a visitarla.
Conservó su lucidez hasta los últimos momentos.
En abril de 1950, dos meses antes de morir, le comunicó el doctor que no volvería a levantarse.
Ella se pregunta: "¿Por qué entonces hay que esperar tanto?". Y, dado su temperamento alegre e
impulsivo, ella misma se respondió en seguida: "Puesto que esta muerte está decidida, ¡que se decida!".
La Voz le había dicho: "Tú has organizado muchas fiestas, hazme el honor de creer que Yo sé
organizar las mías". "Yo cortaré el más dulce de tus dulces suspiros".
Pocos días antes de su muerte le envía al Padre Parvulez la pluma con la que había escrito "El y
yo", y le ofrece los cuadernos originales para que le fuera más fácil leerlos. Una pequeña
recopilación de dichos cuadernos se publicó en vida de Gabriela; los demás tomos que componen
todas las notas sobre las "palabras interiores" se publicaron después de su muerte.
Este mismo sacerdote le había asegurado en una carta, que sus representaciones gustaban, no
sólo al auditorio visible sino también al invisible de Dios y de los ángeles. Y otro sacerdote, el Padre
Olive, hizo de ella este comentario: "Alma grande, tan compleja y trascendente".
En la noche que siguió a la fiesta de Corpus (que durante toda su vida fue su festividad favorita), del 8 al 9 de junio del mismo año de 1950, vino la
cuidadora a vigilar su estado hacia las cuatro de la mañana; estaba entera y todo parecía normal
dentro de su gravedad. La cuidadora se retiró a descansar a otro cuarto y se adormeció. Cuando
regresó al lecho de Gabriela, poco tiempo después, la encontró todavía tibia, pero inmóvil.
Y fue
así, en la Divina soledad de Él y ella, como el Señor vino "a recoger el más dulce de sus suspiros".
Gabriela fue enterrada con su hábito de Terciaria Franciscana, tal como habían sido sus deseos.
Sus sobrinos se encargaron de cumplir la voluntad de su tía tan querida.
UNA LECCIÓN DE VIDA PARA NUESTROS AJETREADOS DÍAS